Sentirse más grande que los padres
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Sentirse más grande que los padres

 

La arrogancia y la soberbia son rasgos de la personalidad y se definen como la creencia acerca de la propia superioridad e importancia sobre las demás personas. Aunque ambos términos se presentan como sinónimos en el diccionario podemos distinguir algunas peculiaridades entre ellas.

La persona soberbia se presenta con altivez, altanería y vanidad, mientras que en la arrogancia el individuo, además de estas características y tener el sentimiento de superioridad, cree que es más grande que todos los que le rodean.

Desde las constelaciones familiares, Bert Hellinger nos habla de la arrogancia como un desorden sistémico en la familia de origen. Si los hijos ocupan un rol que no les corresponde llegan a sentirse más grande que los padres y se sienten superiores a ellos.
Es así que nace la arrogancia, desde esa altitud frente a los padres hasta trasladarlo a la vida diaria en las relaciones con los otros. La persona se eleva por encima de los demás y pierde la conexión con ellos y a la vez, los otros también pierden la conexión con él.
 

 

 

 
Una persona que está en posición de arrogancia interiormente tiene mucho miedo al rechazo y necesita adoptar esta actitud para sentirse mirado por los otros. Este individuo actúa por momentos como el salvador del mundo ya que se coloca por encima de los demás y está convencido de que debe ser alabado.

Sin embargo, el arrogante en otros momentos parece ser una víctima porque le falta el reconocimiento de los otros pese a todo lo que ha hecho por ellos; se siente incomprendido y no reconocido.

La persona arrogante en el fondo tiene una profunda inseguridad y busca desesperadamente la aprobación de los otros, por ello su actitud de ser ayudador y salvador tiene detrás el deseo inconscientemente de destacar su superioridad.

Viviendo con esta conducta el ser humano no es feliz, al contrario, lleva dentro de sí un continuo vacío que busca llenar con el esfuerzo constante por alcanzar la mirada y el reconocimiento social.

Al estar directamente relacionada con la falta de seguridad y confianza, la clave para salir de la arrogancia es ocuparse del amor a sí mismo. Solo de esta manera se podrá tener relaciones desde el equilibrio, dando y recibiendo sin ese ego elevado para compensar las carencias de autoestima.